miércoles, 30 de julio de 2014

Te echo de menos

I could say I'm sorry, but I don't wanna lie.
Podría decirte que todo ha sido culpa mía, asumir una responsabilidad que no me corresponde sólo para recuperar esa complicidad que hemos tenido durante tantos años que ni siquiera recuerdo cuándo empezó, ni mucho menos cómo.
Pero, ¿serviría para algo?
Eres cabezota como tú sola, lo sé, hemos tenido nuestros roces por ello, aunque siempre hemos acabado por darnos un abrazo y por seguir como si nada hubiera pasado. Pero ahora es diferente, nuestras vidas son diferentes, así como nuestra relación. Aunque... sí, creo que tengo un adjetivo mejor: inexistente. Y no me gusta, pero no sé cómo ponerle solución.
Nos hace falta un cambio de actitud, y sé que no se va a producir.
Definitivamente, acarrear con toda la culpa no servirá para nada.

martes, 29 de julio de 2014

CV'14. Día 1

Cuando mi madre me dijo que me había apuntado a un campo de trabajo no me pareció mal. Ya lo había probado el año pasado y la experiencia fue inmejorable.
El problema, o mejor dicho las dudas, llegó cuando me leí la ficha. "Recuperación de huertos sociales". Uf, huertos. Huertos significa bichos, plantas, naturaleza al fin y al cabo. Pero en vez de quedarme pensando en eso, preferí recrearme en las actividades: astronomía, orientación, alguna que otra excursión... Todo eso prometía, pensé. Qué poca idea tenía...
Ni me imaginé que, al salir de allí, las actividades y el trabajo sería lo que menos recordaría. Lo que ocuparía mi mente durante mucho tiempo sería esa segunda familia que he encontrado allí. Una familia con gente muy diferente, compuesta de 10 cabroncetes, 9 amores, 3 ejemplos a seguir y un señor que parecía Einstein, y que se preocupó de nosotros como si de sus hijos se tratase.
El primero día fue raro, había que conocerse, tantearse un poco... Iba preparada para lo peor. Son del norte, pensaba, van a ser raros de cojones, me van a mirar mal por no acabar las palabras, por hablar más rápido, por ser del sur en definitiva. Cómo me equivocaba. Es cierto que al llegar, todas las chicas empezaron a preguntarme de todo, me convertí en el centro de atención sin buscarlo, con la poca gracia que me hace eso. Pero la cosa fue bien, eran chicas majas. Aunque no podía decir lo mismo de los chicos. Tenían todos una pinta de canis increíble, no veía cómo estos iban a acabar siendo mis amigos. De ninguna manera, vamos. Otro error, para variar.
Lo más divertido fue la comida. Nada más llegar, judías verdes, qué bien. Supongo que fue una especie de aviso con el fin de prepararnos para lo que estaba por venir. Después de comer los monitores nos mandaron como quién no quiere la cosa a la piscina. ¡Ala, id a conoceros! Aquello parecía un funeral. Todos callados, algunos chicos incluso se bañaron, a pesar del frío mortal que hacía (ay, el norte). Pero esto cambió un poco cuando llegaron los cántabros. Él, lo primero que dijo al sentarse fue: que yo no soy gay, eh!! No tengo muy claro aún qué le llevó a esa temprana declaración de principios. Ella animó un poco el panorama con comentarios un tanto cortantes hacia el no-gay declarado. De repente se acercó el señor del bigote a preguntarnos que si había llegado ya "la vegetariana", que tenía muchas ganas de conocerla. Todos nos miramos un poco sorprendidos, tanto por la pregunta como por el hecho de que a una vegetariana se le hubiera ocurrido la genial idea de venir a comer aquí, con ese maravilloso catering que acabábamos de descubrir. Pero no, la vegetariana no había llegado aún. Hizo su aparición una media hora más tarde, muy diva ella con sus gafas de sol y sus converse negras. Parecía que el grupo se iba cerrando, ya sólo faltaban las murcianas.
Fuimos a dar un paseo, y pronto me di cuenta de que la vegetariana tenía algo especial, y que probablemente me iba a llevar muy bien con ella. Cuando descubrió que había olvidado el saco en el coche, no nos quedó otra que llevarnos bien, porque íbamos a compartir saco por unos días. Cómo imaginar las consecuencias que esto tendría...
Después de un divertidísimo paseo muerta de frío por el pueblo, volvimos al pabellón, y allí estaban las murcianicas. Al principio pensé que no iba a ser fácil que se integraran, así que, ¿por qué no integrarlas nosotras? Y menos mal que fue eso lo que hicimos, porque de no ser así, nos habríamos perdido el conocer a unas chicas increíbles.
Llegó la hora de la cena, un poco de sufrimiento para el cuerpo, y después la reunión para los grupos de trabajo. Sabía que iba a tener mala suerte, así que no me sorprendió ver que tanto la vegetariana como el catalán simpático que había conocido en la estación estaban en el otro grupo. Qué se le iba a hacer.

jueves, 24 de julio de 2014

Mis francesitas

Poco más de un año ha pasado desde que decidí cambiar de vida, para probar algo diferente, algo que me habían pintado como un infierno.
"Si te quedas, lo conseguirás. Si te vas, no podrás cumplir tus sueños", me dijeron. No me afectó, no me hizo cambiar de idea. Tenía claro que mi sitio no estaba ahí, así que no perdía nada por probar.
A día de hoy, y con un año aún por delante, que además promete ser bastante duro, puedo decir que fue la mejor decisión que podría haber tomado nunca. Es cierto que he perdido mucho, sobre todo he perdido gente. Pero cómo explicar lo que he ganado. Dos personas que sé, sin ninguna duda, pero ninguna, que van a estar ahí para siempre. Y no un siempre de estos que se dicen por decir, no. Son personas especiales, de las que das las gracias por haber tenido la suerte de cruzarte con ellas.
En diez minutos consiguen que llore de risa con cualquier tontería, y si estoy llorando, sólo necesitan tres minutos para hacerme ver que ya está, que llorar es inútil y que lo mejor que puedo hacer es salir al pasillo a hacer el estúpido un rato.
Ahora, después de casi un mes sin verlas, se me hace insoportable darme cuenta de que aún falta otro mes más. Y que cuando este pase, empezará el que probablemente sea el peor año de nuestras vidas. Pero estoy segura de que, con ellas a mi lado, también va a ser el mejor.

domingo, 20 de julio de 2014

SOS

Muchas veces lo pasas peor cuando alguien a quien quieres está pasando por un mal momento que cuando eres tú mismo quien se ve afectado.
No sabes qué hacer por esa persona, cómo ayudarle, qué decirle ni si hay alguna forma de animarle.
Pero lo peor viene cuando hay kilómetros de por medio. Cuando esa persona no vive en tu ciudad, ni siquiera en tu comunidad autónoma. Porque sabes que lo darías todo por ayudarla pero a la vez eres consciente de que no puedes hacer nada.
Cada conversación gira en torno al problema, los días pasan y no ves que se esté haciendo mucho por solucionarlo, y lo poco que se hace no tiene efecto alguno. Al final te cansas, no quieres saber nada más. Pero te quedas. Te quedas a apoyarle, aunque sea con palabras banales a través de una pantalla. Te quedas porque te importa. Te quedas porque la quieres. Te quedas porque es tu mejor amiga, y sabes que ella haría lo mismo por ti.

Le petit prince

Cuando conoces a una persona, normalmente no imaginas la importancia que llegará a tener para ti. 
Cómo imaginar que de ofrecer compartir un saco una tarde, al llegar a un pueblo nuevo, con gente nueva, iba a salir una amistad de esas que esperas que duren para toda la vida.
Un ofrecimiento tan nimio, que ni siquiera esperaba ser aceptado. Todo podría haber acabado cuando el repartidor de Seur llamó una mañana para que alguien se acercara a recoger el paquete, que venía acompañado de una nota preciosa en francés para dar ánimos a la despistada. Pero no lo hizo, y menos mal. Qué habría hecho sin su apoyo, sin sus bromas, sin sus treguas y sin su mirada de "podemos con esto" cuando el mundo se me venía encima al ver la comida, o cuando nos explicaban el juego que tocaba esa tarde y (cómo no!) había que correr de nuevo.
Sólo han sido quince días, pero puedo decir con seguridad que no los voy a olvidar nunca, igual que no podría olvidarla a ella ni aunque quisiera. Que sí, que vive en la otra punta de España. Que nos espera un curso difícil. Que alomejor me toca a mí ser siempre quién le abra wa. Pero no me importa, no estoy dispuesta a dejar ir a alguien así.
Porque personas como ella no te las encuentras todos los días. Son un tipo de gente diferente, que te hace ver la vida desde otra perspectiva en cuanto te acercas un poco, que cree que las cosas se pueden hacer de otra manera, de una manera mejor.
Por mucho que ella se considerase pesimista, yo sé que no lo es. Tiene un optimismo distinto, eso sí es verdad. Pero en mi opinión, es el optimismo que necesita el mundo. O al menos es el optimismo que necesito yo.
Podía confiarle mis problemas ya fueran las 8 de la mañana y estuviéramos desayunando, las 3 de la tarde camino del bar de la piscina a por un vaso de chuches, las 12 de la noche mirando la luna mientras escuchábamos música apoyadas en el pabellón o las 3 de la madrugada, entre susurros, procurando que no se despertase nadie. Y creo que, a pesar de todo, y de todas las veces que se lo he dicho, no se hace una idea de cuánto me ha ayudado ni de cuánto la necesito.
Como bien dijo Antoine de Saint-Exupery dans le Petit Prince, "fue el tiempo que pasaste con tu rosa lo que la hizo tan importante." Y es que la mejor forma de demostrar a una persona que es importante para nosotros es regalarle nuestro tiempo, porque es lo único que nunca podremos recuperar. Y he de decir que no me arrepiento de un solo segundo que he pasado con ella, sino todo lo contrario. Me arrepiento de no haber echado todas las horas del mundo dándole por saco, de no haberla buscado cada segundo que teníamos libre para marujear un rato, de haber tenido solo dos semanas para aprender de ella. Me faltaron horas para conocerla y para disfrutalas a su lado, pero también es cierto que había mucha gente a la que conocer.
Después de todo esto, sólo me queda agradecerle que, al igual que yo le he dado mi tiempo, ella ha hecho lo propio conmigo, porque eso es algo recíproco que nunca debemos pasar por alto alegando un "qué menos".
Te echo de menos ma petite, y ahora en mis cascos suena Cuando sale el sol. Y dice eso de "en tus pupilas el mundo cambia" o aquello de "te duele el corazón al recordar su sonrisa". Dudo que sea casualidad. No hay duda de que, en 15 días, el mundo cambió para mí por obra de 23 sonrisas, ni más ni menos. Pero puedo decir que la suya es la que más extraño, la suya y la del tonto que normalmente la provocaba.
A pesar de todo, y de que probablemente se cansarán de hablar por wa pronto, estoy segura de poder decir que he ganado dos amigos para toda la vida.

sábado, 19 de julio de 2014

Ya

No puedo más. Sólo quiero poder centrarme en mi. Quiero olvidarme de todos mis problemas, y también de los suyos. Quiero salir de fiesta con mis amigas y que algún tío me coja el culo sin que me venga a la cabeza su nombre. Realmente no sé lo que quiero. ¿Quiero poner fin a esta relación? ¿Sería capaz de decirle lo que pienso, a pesar de saber que eso le destruiría por dentro? ¿Podría ser tan egoísta como para pensar sólo en mi misma, olvidándome del mal trago que él está pasando? Y en caso de que la respuesta a todas estas preguntas fuera un simple "sí", ¿que sería de mi vida después?
Hoy he leído que solo te enamoras una vez, y que después te pasas la vida intentando encontrar de nuevo a alguien que llene tu existencia de esa forma. Buscando a alguien que te haga sentir como sólo él sabe. ¿ Será este mi gran amor, que luego echaré de menos como una estúpida, reprochándome a mí misma el haber puesto fin a la relación?